Con
el surgimiento de la modernidad se crea una forma de poder llamada “biopoder”,
con el que se pretende manejar la vida del ser humano a través de espacios
cerrados fuertemente disciplinados. El biopoder de las sociedades
disciplinarias es el poder en las primeras etapas del capitalismo.
La disciplina es el biopoder por excelencia de
la era industrial, con el que se ata a los individuos a posiciones, acciones,
gestos e incluso creencias, propios de cada lugar fabricado por los poderes
productores.
La escuela y la fábrica trabajan según planes
organizados y esquematizados, pero se llevan a la práctica siempre sobre los cuerpos
individuales, uno por uno, para amoldarlos al cuerpo mayor de la plantilla, o
del alumnado, y así sucesivamente, según se van empleando diferentes individuos
psíquicos y/o colectivos.
En
otras palabras, el biopoder es una forma de poder que se da a largo plazo, no
es inmediato, se da progresivamente, se da sobre cada uno de los cuerpos que
están a disposición de la institución que detenta al poder.
Bien es sabido el psicopoder es mucho más
eficiente que el biopoder, esto se debe a que la mente humana es manipulable.
Esto no quiere decir que no seamos seres pensantes, por el contrario, la
capacidad de sentir es lo que nos hace ser tan manipulables, no siempre se
puede ser un ser humano racional.
El psicopoder es la forma de poder en el que
el sistema político – tecnológico se apodera del pensamiento o racionalidad del
ser humano. Mientras que el biopoder.
En la economía actual del consumo, la imposición del psicopoder es cada vez más
fuerte como forma de control sobre la mente del ser humano, en otras palabras,
en la manipulación masiva y explotadora.
Explotan la atención, el deseo y la memoria a
través de un juego mental, un truco de magia –como me gusta llamarle- . Es, en
pocas palabras, una manera de controlar al ser humano de cualquier manera y
bajo cualquier circunstancia, aprovechándose de él.
Aunque el psicopoder sea un ejercicio
irresponsable, económicamente hablando
genera ganancias a las grandes empresas, pero denigra al ser humano, y provoca
un retroceso en el pensamiento espiritual y libre del ser humano.
Es
como si existiera un gran monstruo del cual no podemos liberarnos, que quiere que el ser humano se convierta en un
consumidor aceptable para el propio sistema globalizado de capitalismo de
consumo. Es imposible liberarse de él si el ser humano deja de ser racional.
El
psicopoder controla a los seres humanos a tal punto de volverlos seres
individuales, los convierte en seres humanos pertenecientes a una masa, a un
grupo de individuos que “están a la moda”, que “necesitan la aceptación de los
demás para ser felices”. El psicopoder va dirigido a esa masa, a esas personas
que no están seguras de lo que quieren, que han sido manipuladas durante toda
su vida, personas que pertenecen a una masa individualista y superficial.
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